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Cuidar la palabra no es decir “Buenos días” educadamente

Sobre todo, no se trata de no decir lo que queremos o necesitamos decir, no es asunto de inhibirse, reprimirse o callarse, de no hacer valer los propios derechos y el respeto, no es eso.

Cuidar la palabra al hablar se refiere a informar, anunciar, comunicar, afirmarse, declarar, denunciar, nombrar, todo aquello que corresponda con el arte de cuidar, inclusive mimar, las palabras empleadas celando también la carga emocional y las formas no verbales con que se pronuncian.

Tal como he escrito, es un arte, para mí en todo caso.

Es fácil soltar las cosas de cualquier manera. Medio fácil cuidar el vocabulario o evitar al menos colar algunas expresiones peyorativas. Medio difícil tomar la responsabilidad sobre lo que se habla y se siente haciéndose cargo del contenido de lo que se comunica. Más difícil gestionar la carga emocional para no dispararla sobre la persona interlocutora. Difícil también afinar el tono de voz, la velocidad al hablar, la mirada, los gestos. Difícil del todo combinar esos tres aspectos, mensaje, carga emocional, lo no verbal, para comunicar con firmeza, seguridad, sin titubeo, con respeto, claridad, concreción, dirección, sin amagos, con la intención además de que sea útil para sí y para otras personas, relación, proyecto, empresa, etc., si tiene lugar.

Todo esto es maestría, al menos para mí!

 

Esto de cuidar la palabra no es natural entonces…

Creo que se confunde “ser natural” con “vale cualquier cosa”. A día de hoy, no creo que eso sea natural, más bien lo veo como vomitar lo que se piensa o siente sin contemplar nada más, ignorante probablemente de las propias limitaciones de mira, de auto-respeto y auto-cuidado (lo que lanzo, me lo zampo!), del objetivo último de tal acción.

Evidentemente, no es cuestión de volverse un robot, de perder frescura, espontaneidad, libertad, más bien es una forma inteligente, sana, pacífica, verdadera, creativa, artística incluso como he mencionado antes.

Por supuesto siempre estará el lado más automático, visceral o reactivo desde el que cual intervenir, personalmente me veo como persona reactiva, solo que cuidar las formas en que transmito me da mayor paz o me la quita, solo eso.

Así que podemos elegir entre no cuidar cómo hablamos (y por ende cómo nos hablamos) en aras a manifestarnos como salga, o prestar atención a la manera en que lo hacemos.

Cierto es que supone un trabajo cultivar el modo de expresarnos, como todo requiere empezar y seguir hasta tomarle gustillo al tema, tanto como para no querer hacerlo de otro modo.

 

Qué pasos seguir para desarrollar la cualidad de hablar con calidad

Hay dos espacios para lograr desplegar calidad en nuestra habla.

Uno, relacionado con las interrelaciones y los auto-diálogos, es poner la atención en el momento de hablar bien sea a alguien o consigo, es decir, escucharse cómo se habla. Esto es muy importante porque da mucha información sobre sí, sobre lo que nos está pasando internamente. Tal vez sea difícil en el momento mismo especialmente si estamos en una emoción de ira, rabia, enfado, contra alguien o algo, pero luego podemos reflexionar sobre ello.

Escucharse forma parte para mí de una de las principales prácticas de auto-conocimiento. Con ello puedo rectificar el modo de comunicar en el momento o en una futura ocasión tras posterior reflexión, puedo darme cuenta en qué me atranco, con qué y cómo me bloqueo, qué cosas repito, qué siento o qué me va pasando a nivel emocional, puedo llevar luego lo que me aconteció a meditación para observarlo y alcanzar una comprensión o tratarlo en terapia.

Otro espacio esencial es el relacionado con hacerse responsable de lo propio, de las propias necesidades, de las propias emociones y vivencias como rabia, frustración, ansiedad, miedo, tristeza, vacío, etc., de los propios asuntos inconclusos, de las heridas, el dolor interno y todo aquello que se proyecta con facilidad en quien se tiene enfrente porque se le considera el causante por ejemplo.

Conviene recordar que las demás personas hacen detonar nuestras cosas pendientes aún y no teniendo esa intención. Por lo general en la vida vamos coincidiendo con gente y situaciones que ponen de manifiesto nuestros talones de Aquiles, nuestros puntos flacos, nuestra puntos ciegos.

No me cabe duda que hay que atender dentro y que a mayor paz interna, más fácil es comunicarse pacíficamente. Esto quiere decir introspección, aceptación, auto-conocimiento, pacificación, actualización, auto-regulación.

Como sea, incluso para los asuntos cotidianos, creo oportuno cuidar el trato con las palabras puesto que es una manera de tocarnos y de tocar a otros seres.

 

Mª Rosa Parés Giralt

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