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Primero de todo auto-conocimiento y auto-gestión

Daniel Goleman señala en su libro “Inteligencia emocional” que el autoconocimiento es la piedra angular de la inteligencia emocional, a la vez que también comenta que otra de las claves es el autocontrol emocional. Yo prefiero cambiar la palabra autocontrol por autogestión, lo encuentro más suave, ya que todo control implica tensión y a veces represión mientras que la gestión parte de una idea más tolerante y conlleva la aceptación.

Gestionar las emociones no es tarea fácil, en principio todas las emociones son positivas y tienen un componente importante en nuestra supervivencia y bienestar personal. Por ejemplo, la rabia es una respuesta de nuestro organismo ante un ataque o una amenaza y desde esta perspectiva es positiva porque lo que pretende es mantenernos vivos.

¿Pero qué sucede cuanto nuestras respuestas de rabia o ira no responden a amenazar reales tales como el ataque de un tigre o que el suelo del piso comience a temblar? En estos ejemplos podríamos defendernos del animal con toda nuestra rabia como mecanismo de defensa y supervivencia o podríamos utilizar nuestra ira para romper la puerta cerrada que no nos permite salir de la habitación.

Muchas veces la ira, la rabia, el miedo, etc., son emociones producidas por nuestra propia mente, en ocasiones en base a antiguas experiencias o interpretaciones que no corresponden con la realidad aquí y ahora.

 

Cómo nos ayuda la meditación en la gestión de la emoción

La meditación nos puede servir y ayudar a desarrollar el hábito de reconocer, valorar y gestionar nuestro estado emocional actual y ponderar si es conveniente llevarlo a la acción o por el contrario intervenir de modo distinto para no generar conflicto con alguien que no nos está atacando realmente sino que simplemente tiene una opinión diferente a la nuestra, cosa que podemos vivir como un ataque en base a una interpretación irracional, como si fuera una amenaza real cuando en realidad no lo es.

La meditación, la observación consciente de nuestros pensamientos y emociones, nos ayuda a ver con claridad cuándo una emoción surge por un evento externo que supone una amenaza y cuándo esa misma emoción puede aparecer por un condicionamiento interno basado  en experiencias antiguas que no nos permiten ver con claridad lo que está ocurriendo aquí y ahora realmente. Estos condicionamientos enturbian y nublan nuestra mente y por ende nuestra manera de ver, entender e interpretar lo que está aconteciendo, y en consecuencia de abordar la situación  adecuadamente.

 

Si no me conozco, entonces no sé qué me sucede y por tanto no puedo gestionarme

Estoy completamente de acuerdo con Goleman cuando dice que el autoconocimiento es el aspecto más importante de la inteligencia emocional. Desde mi experiencia autoconocimiento es:

Saber qué me está pasando (qué pienso, qué siento), aceptar eso que me pasa, responsabilizarme de ello y buscar la salida o la expresión más ecológica posible hacia mí mismo, el entorno y las demás personas con las que me relaciono. Sin autoconocimiento no hay autogestión, si no sé qué me sucede no puedo gestionarlo sino al revés, como suele darse, eso que me pasa me gestiona a mí.

La actitud meditativa me permite parar (quizás tres segundos) antes de actuar, observarme y observar fuera, ver con claridad lo que ocurre realmente y actuar en consecuencia con esa realidad. Esto se aprende, no en dos horas pero finalmente se aprende, esto es autogestión, o autocontrol para quien prefiera llamarlo así, es necesario y vital a la hora de relacionarnos con los demás. Tenemos un neocórtex cerebral que podemos utilizar para responder en lugar de reaccionar que es la conducta de la mayoría de los animales ante una posible amenaza.

Responsabilidad es la capacidad de responder libre y premeditadamente, basada en una decisión previa y asumiendo las consecuencias. Reaccionar es un mecanismo inconsciente y automático que nos puede traer muchos más problemas que soluciones.

 

Joséma Torres Sánchez

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