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Auto-agresión a través de la mente

Dice el diccionario que una enfermedad autoinmune es aquella causada por el sistema inmunitario que ataca las células del propio organismo convirtiéndose en su agresor. Es curioso porque me pareció que la llamada mente, en muchas ocasiones, funciona de la misma manera.

La mente, como órgano a disposición de un sistema mayor, es decir, cuya función es -se supone- estar al servicio de un cuerpo y un alma, muchas veces parece la dueña (diciéndolo así sin poner ningún adjetivo peyorativo), haciendo lo que le da la gana… ésa es mi percepción, pareciéndome perfectamente comparable a una enfermedad autoinmune.

Esa mente maravillosa (como el título de la película), con ese grandísimo poder que tiene, nos controla a muchos con todo tipo de ideas “negativas” y “positivas”, de imaginaciones, creencias, caprichos, alucinaciones…

En lugar de utilizarla con el poder de decisión, con la voluntad, con la inteligencia organísmica, con la intuición, con la consciencia, a algunos nos utiliza y nos manipula como marionetas, la cual cosa no deja de sorprenderme.

 

Consciencia para gestionar la locura de la mente

No me imagino un corazón bombeando a su bola o bombeando ahora sí y ahora no, uno pulmones absorbiendo y expulsando aire si les apetece y sino no, unos riñones filtrando la orina a toda pastilla o con una lentitud exacerbada… esas partes, en un principio, funcionan correctamente y al servicio de un todo que es el cuerpo permitiendo la vida y la salud. ¡Caramba! ¡La mente es capaz de imaginar hasta suicidios, homicidios y toda clase de agresiones al margen completamente del perjuicio que puedan provocar esos pensamientos!

Me pregunto yo, ¿será el entorno en el que vivo tan poco natural que la excita llevándola a un estado de casi locura o de locura?, ¿un condicionamiento biológico?, ¿vivencias pasadas?, ¿lo sistémico?, ¡A saber!

Lo que sea y como sea me lleva a la reflexión, a seguir viendo a la mente como un órgano aparentemente sin capitán o capitana que marque el rumbo… entonces, COMPRENDO que el trabajo es poner la atención y dar PRESENCIA a esa PARTE que da dirección y sentido como al resto del cuerpo, más que empeñarme en que la mente no funcione como funciona… simplemente, está fuera de lugar, como si se hubiera dislocado.

 

Mª Rosa Parés

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