¿Cómo ayuda ordenar?
El entorno en el que nos movemos, vivimos o estamos tiene una gran influencia en nuestro modo de sentir y funcionar, aunque algunas personas no se den cuenta de ello.
Todo lo que hay a nuestro alrededor entra por el ojo, es procesado por el cerebro, lo compara con la información almacenada en él, le da un valor, un sentido, nos devuelve una imagen, una sensación, una experiencia.
Para las personas invidentes tampoco pasa desapercibido el entorno. Lo perciben a través de otros sentidos por los cuales entra igualmente la información, esta es procesada despertando del mismo modo sensaciones y experiencias.
Ordenar tiene, además de un efecto práctico y útil en cuanto a actualizarse y poner al día las cosas, un efecto yo diría más directo sobre nuestra psique: lo que ordenamos fuera, nos ordena dentro.
Será tal vez una lata ponerse en ello pero la sensación de bienestar, de claridad, de colocar las cosas “en su lugar”, es patente aún y cuando no lo percibamos inmediatamente.
Tener un estilo de vida “ordenado” facilita un cierto orden interno, en las ideas, en las emociones, en las decisiones que se toman, o en todo caso ayuda a ver más claro. No quiero decir que personas con un estilo de vida más “caótico”, más desordenado, no puedan vivir felices y ser creativas e ingeniosas pero para las que nos perdemos en nuestras historias internas y de paso, en las externas, ordenar ayuda a ordenarse.
Compruébalo.
Lo descubrí de muy pequeña cuando estaba mucho tiempo sola en casa porque no había nadie y me ponía a ordenar el armario de mi hermana por ejemplo, sus cosas de maquillaje. Yo experimentaba calma haciéndolo, era una manera que encontré para gestionar mi malestar emocional (abandono).
Creo que un cierto orden en el espacio que se vive, y especialmente si se convive con más personas, puede ayudar a organizarse mejor en cuanto a crear un cierto ambiente acogedor, contenedor, protector en cierto sentido.
Y por supuesto, hay que mantenerlo sino, no sirve de nada ordenar y no cuidar ese orden.
Tampoco hace falta irse a los límites y que resulte asfixiante. Un orden flexible donde crear un sitio para cada actividad, por ejemplo, puede resultar positivo.
Esta es una humilde aportación, para mí es un aspecto muy válido en mi día a día.
Una vez escuché decir a alguien que la vida espiritual empieza por hacerte la cama, limpiar la habitación, ordenar tus cosas…
También me recuerda una cita atribuida a Hermes Trismegisto: “Como es adentro, es afuera”. Solo que en este caso es al revés: como es afuera, es adentro.
Mª Rosa Parés Giralt