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Una descripción fácil de Mindfulness – Atención Plena

Primero, la traducción que se ha hecho de Mindfulness a nuestra lengua ha sido Atención Plena pero el uso del término en inglés es más frecuente que su correspondiente en castellano.

A su vez, la palabra Mindfulness tiene origen en la palabra sati, del pali, idioma original del budismo.

Que nadie se asuste por ello y piense que Mindfulness es pues una religión o un nuevo dogma. Sí es una adaptación de la filosofía budista, o en todo caso, de la esencia de ella en cuanto a una manera de enfocar y encarar las circunstancias de la vida.

Al igual que en occidente se hace a menudo  referencia, en muchos campos, a los filósofos griegos y no por ello se les vincula al politeísmo de la época, del mismo modo Mindfulness toma de las enseñanzas del budismo dejando a un lado los rituales religiosos.

Así Mindfulness es utilizado desde práctica de relajación -uso erróneo a mi entender- hasta medio para la introspección y el auto-conocimiento, es decir, todo un viaje interior.

 

Mindfulness no son técnicas de relajación

Digo esto porque hay quien lo utiliza o recomienda para tal fin y en realidad ese no es el propósito e incluso puede, al inicio o en ciertos momentos, poner en evidencia el nerviosismo, la intranquilidad o la ansiedad que la persona lleve por dentro.

Veamos cómo opera esto del Mindfulness.

Una de las prácticas más recurridas es la de focalizar la atención, lo cual puede de por sí inducir a una cierta o gran relajación. Esto quiere decir que en lugar de tener la cabeza pensando, rumiando, procesando, diversos asuntos a la vez relacionados con el presente, el pasado o el futuro, logramos enfocar la atención justo en el que nos ocupa aquí ahora en este momento… y esto, uf!, suele ser un bálsamo para el ajetreo mental que llevamos a cuestas en el cerebro.

Con eso y todo a veces, al realizar esta práctica de enfoque, nos topamos con aquello que necesita ser atendido, por lo general de forma eminente. Puede ser un asunto emocional relacionado con pérdida, dolor, incertidumbre, temor, frustración, o cualquier cosa que moviliza nuestro interior e incluso nos tambalea.

En esos momentos, hay quien decide dejar de practicar porque llega a la conclusión que Mindfulness no es para ella o para él. ¡Qué error! Precisamente Mindfulness nos permite desarrollar la entereza para afrontar las circunstancias y transitarlas sin que nos derrumben o arrastren al fondo y si se diera el caso, nos ayuda a recuperarnos antes. Además, cuando se trata de asuntos internos, la práctica nos facilita vaciar y actualizar los contenidos almacenados, la cual cosa lo convierte en un recurso muy valioso.

 

Empecemos por el principio de la práctica de Mindfulness

El ejercicio formal más usual es centrar la atención en la respiración o en una sensación corporal con el propósito de entrenarse en dejar de alimentar la divagación, la dispersión, pensamientos obsesivos o del tipo que sean, bucles emocionales. No con el fin de negar su existencia -de nuevo una mala praxis de Mindfulness- sino con el objetivo de no acrecentar historias, fantasías y vivencias que nos ausentan y restan presencia, nos abducen o arrastran a experiencias ajenas al aquí-ahora.

Puede que la divagación tenga su atractivo cuando el momento presente no resulte agradable y recordar o imaginar algo grato nos genere un alivio. Nadie dijo que fuera incorrecto, de lo que se trata es de ser consciente si eso se hace para evadir una realidad que no apetece afrontar o si se elige “escapar” por un rato para evitar algo desagradable o doloroso, sabiendo qué es lo real relacionado con el momento presente y qué es lo creado en el espacio de la imaginación.

Mindfulness nos hace libres, libres de elegir, incluso elegir estar presente o ensoñando, si bien a más se practica, menos se quiere estar dando vueltas por “ahí”. Esa es mi experiencia!

 

Reducir Mindfulness a la focalización de la atención es como reducir el universo a la existencia de la tierra

Quizá sea mucho comparar Mindfulness con la infinitud del universo pero cierto es que hoy en día se aplica como quien se toma un comprimido para quitarse el dolor de cabeza cuando en verdad nos abre todo un camino y un mundo por recorrer.

Para empezar, ya va bien la difusión de este modelo como una especie de remedio para ser personas felices pero si queremos, desde esa libertad a la que he hecho mención, nos descubre una vía a la introspección y el auto-conocimiento, junto con la auto-regulación, estados de comprensión, desarrollo de discernimiento, sabiduría, compasión (empatía). Aunque el inicio sea parar la mente, o poder salir o medio salir del torbellino mental/emocional y para algunas personas sea más que suficiente.

Por ahí se empieza… luego, tal vez se quiera más, ahondar más, ver más, saber más.

Bienvenid@ a la atención plena, la atención despierta!

 

Mª Rosa Parés Giralt

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