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La distorsión acerca de disfrutar

Entendemos disfrutar como una experiencia extraordinaria que se da en situaciones y momentos especiales. Para un buen número de personas esto es así, tienen asociado el concepto disfrute con la idea de ir a un lugar particular, tal vez de viaje a un sitio remoto, o con hacer un deporte que suponga una aventura, o con ir a un parque temático, a un entorno natural exuberante, a una ciudad llena de estímulos, o con comer algo excepcional (incluso muy caro!), etc. Nada más lejos de la experiencia genuina de disfrutar!

Seguramente no recordemos cuando éramos bebés y cualquier cosa, pero realmente cualquier cosa, era un mundo atractivo lleno de posibilidades de exploración porque ante todo, disfrutar es una cualidad intrínseca a nuestra naturaleza y desafortunadamente teñida de condicionamientos que vamos adquiriendo desde la infancia.

Así que gozar viendo pasar nubes, gran pasatiempo de muchas criaturas, es algo que de mayores pierde sentido porque lo consideramos banal por ejemplo. Las personas adultas tenemos distorsionada esta capacidad espontánea porque la hemos vendido a la fantasía de que el placer está en otra parte, cuesta dinero y hay que tener tiempo para ello. Pero eso no siempre fue así en nuestras vidas.

Desde la caja de cartón, un trozo de papel, los enchufes, las llaves, hasta los colores, el simple dibujo, un dulce, una carrera, saltar, un animal, una canción, un abrazo consolador… todo era una posibilidad de ampliación de vivencias y de gozo cuando estas eran gratas y de hecho, si recibimos los cuidados necesarios y vivimos en un entorno seguro, tuvimos muchas de estas.

Ah, pero ya un poquito más mayores empezamos a escuchar la cantinela de que la felicidad (y con ella el disfrute) se logra cuando calzas en tus pies unas zapatillas deportivas de una marca concreta, cuando cumples el sueño de hacer un viaje de esos que ofrece la agencia de turno, etc. Y fue así que nos creímos que el disfrute está lejos, incluso muy lejos de nuestro alcance. Vaya farsa…

 

La experiencia de placer es orgánica, no una idea!

El placer, y por tanto el disfrute, está directamente relacionado con la información que entra por las ventanas de nuestros sentidos y que el cerebro procesa devolviéndonos con una experiencia gratificante cada vez que se da, sin filtrar cuanto de especial es esta. Es decir, la experiencia de disfrute es por sí misma fruto de procesos en nuestro organismo, no como resultado de nuestra idea acerca de qué fuente debería ofrecer placer. Y es que es eso precisamente lo que mata nuestro placer cotidiano, nuestros pensamientos condicionantes.

Súmese además, a ese tipo de fantasía que para disfrutar hay que hacer cosas extraordinarias, la dispersión, la pre-ocupación y la ausencia que podamos tener respecto al momento presente. Entonces, adiós disfrute!

Por tanto, para recuperar la habilidad de disfrutar con la que todas las personas nacimos, considero oportuno tener en cuenta los cuatro siguientes puntos.

  1. Volver a la experiencia genuina de los sentidos al margen de si el espacio de exploración es lo cotidiano, conocido, recurrente, o si es algo novedoso, extraño o fuera de lo común. Simplemente enfocarse en la experiencia sensorial fuera del marco de valoración alguna.
  2. Potenciar la curiosidad en el entorno en que nos encontremos, sea conocido, muy conocido o extraño (a los sentidos les da igual), en lo que hay en ese espacio, en lo que podemos percibir a modo general y en los pequeños detalles.
  3. Centrar la atención en los sentidos, viendo lo que se mira, escuchando lo que oye, sintiendo lo que se nota, degustando lo que se saborea, detectando olores al oler… Abrir la percepción al gran espectro de matices, planos, formas, notas, tonos, texturas, densidades, aromas, gustos… Es un ejercicio excelente que además ralentiza la actividad mental por llevarnos al momento presente, desarrolla la focalización de la atención, relaja, distiende, amplia el campo de percepción, incluso la creatividad, genera perspectiva con respecto a asuntos que nos engullen, nos da presencia.
  4. No dar crédito a los pensamientos que puedan venir acerca de que hacer esto es una tontería, de que somos personas extremadamente ocupadas, de que tenemos cosas más importantes que hacer, que hacer esto no sabe a nada, no aporta nada. Todo eso es el discurso, la narrativa de la mente metida en el mismísimo programa de que para disfrutar hay que tener tiempo, cuando llegue el fin de semana, las vacaciones, cuando me jubile o cuando me vaya a tal lugar exótico. No des más credibilidad a ese discurso y ponte ahora a disfrutar, este es el momento.

Evidentemente las prácticas de Atención plena (Mindfulness/Meditación) favorecen todo esto porque finalmente, recuperar esta bella capacidad con la que nacimos, puede volver a formar parte de nuestro estilo de vida junto con la expansión que ello comporta.

 

Mª Rosa Parés Giralt

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