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Yo es que soy muy sincera, muy sincero

¿Has escuchado o has dicho esto alguna vez?

Parece que ser sincero es algo que se premia, es cosa de valientes, de personas de las que “te puedes fiar” o de gente con las cosas muy claras… Pero ¿has pensado alguna vez desde dónde muestras o te muestran sinceridad?

Porque está muy bien la franqueza, claro, más si es un ingrediente escaso y las interrelaciones se basan en un intercambio de fórmulas hechas poco genuinas o honestas. Un poco de claridad, de sinceridad, seguro que viene bien.

Ahora bien, cuando la sinceridad es un vaciado de frustración, rabia, expectativa o exigencia, por ejemplo, y además se hace alarde de ser sincera/sincero, creo que nos estamos dejando algo igual o más importante, y es hacerse cargo del “paquete” que colamos con nuestra sinceridad.

 

Ojo al paquete personal que acompaña la manifestación de sinceridad

Tal vez vale más saber qué piensa alguien aunque sus declaraciones no sean muy respetuosas, acordes, equilibradas o constructivas. Bueno, al menos nos enteramos de la opinión que le merecemos, por ejemplo. Pero de ahí a que su declaración sea razonable, puede haber una gran diferencia.

En muchas ocasiones las personas somos sinceras cuando no podemos más, cuando explotamos, cuando se nos cruzan los cables, cuando nos sentimos impacientes, cansadas, vulnerables, cuando las cosas no encajan con lo que deseamos, cuando ocurre algo que nos hace saltar, y ahí, en aras de la sinceridad, soltamos lo que venga. Y eso, tengo mis dudas que pueda llamarse sinceridad.

En ese caso más valdría hablar en primera persona del singular tomando la responsabilidad del propio sentir para describir, poner voz y nombre a la propia experiencia. Lo que se conoce como auto-responsabilidad. Deja igualmente entrever en qué está nuestro interlocutor o en qué estamos si somos nosotras, nosotros, los que nos estamos manifestando, sin hacer alarde de sinceridad.

 

La sinceridad es otra cosa

La sinceridad no es aquello que alguien dice sobre alguien, por ejemplo, como si fuera verdad. Tal vez lo sea parcialmente.

Me temo que la sinceridad se tiñe o viste del ego de su portador y que según dicho ego tome más o menos poder, más o menos espacio, según el grado de ignorancia o de consciencia, la sinceridad puede convertirse en un arma afilada que puede dañar y mucho. Y quedarse tan a gusto quien fue sincera, sincero, sin darse cuenta si quiera de la carga que metió.

Es complejo ser humano, es compleja la sinceridad. La tratamos como algo banal, como un medio para apuntarnos un tanto, otorgarnos un mérito especial, creernos mejores o superiores.

Creo que la sinceridad, para que resulte constructiva, debe ser una cualidad de una mente cultivada, o dicho de otro modo, de un ego pulido.

De mientras, ir cuidando el propio pensamiento, la propia manera de ver el mundo y los demás individuos, ir siendo consciente y responsable del propio sentir, del propio vacío, malestar, contrariedad, de la propia necesidad, de las propias limitaciones, creo que eso sí que es un acto de auto-sinceridad.

 

Mª Rosa Parés Giralt

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